Ciprés (Cupressus sempervirens)
Felipe Gomez
Tradicionalmente asociado con los cementerios en la Península Ibérica sorprende ver este árbol de espigada figura esparcido por el paisaje mediterráneo. El ciprés que crece de forma natural en el Próximo Oriente, Siria, Irán, Chipre y otras partes de Egeo, ha estado desde la antigüedad vinculado al mundo de los muertos. En la antigua Grecia estaba consagrado a Hades, el dios de la muerte, ya que sus raíces nunca daban nuevos brotes una vez talado el árbol. Los muertos se enterraban con una rama de ciprés y se envolvía el cuerpo con sus hojas. De la misma manera una rama colgada en una puerta tenía un significado fúnebre y de luto.
Así mismo en la mitología clásica, Ciparisio (en griego ciprés), fue un joven de extraordinaria belleza amado por Apolo. El muchacho había criado a un ciervo al que tenía gran estima, pero un día lo mato sin querer y, desesperado, rogó a Apolo que le permitiera llorar eternamente al animal perdido; el dios accedió a su deseo, convirtiéndole en un ciprés, el árbol que simboliza la tristeza.
Fuera de su lugar natural el ciprés se ha integrado en algunos paisajes mediterráneos a través de su uso en la jardinería y en repoblaciones. Prueba de ello son los campos toscanos, las faldas del monte Parnaso o las montañas de Creta.
Árbol de la familia de las Cupressaceae que se mantiene verde todo el año, que llega a alcanzar hasta los 35 metros de altura y que tiene una longevidad de mas de 1000 años en algunos casos. Los ejemplares de Jardín Botánico de Palermo y los del Generalife de la Alhambra son buenos ejemplos de ello.
Su tronco crece generalmente recto y columnar, con las ramas erguidas verticalmente, otorgándole una esbelta figura que lo convierte en un árbol único. Con hojas reducidas a pequeñas escamitas que crecen sin dejar ver las diminutas ramillas. Los conos femeninos, característicos, acaban por volverse muy leñosos, con escamas poligonales en forma de clavo que se separan para dejar salir la semilla.
La madera es de una textura fina, aromática pero no resinosa, resistente, fácil de trabajar y casi imputrescible estando debajo del agua. Para uso naval esta atestiguada en la flota del Eúfrates de Alejandro Magno, durante el Imperio otomano para la construcción y renovación de las flota, así como para la construcción bíblica del Arca de Noe.
En construcción también esta presente en la Biblia en el templo de Salomón y en la antigüedad fue famosa una de las puertas que Constantino el Grande construyó en Constantinopla con esta madera. Así como las puertas de la Basílica de San Pedro en el Vaticano que transcurridos mas de mil años siguen en perfectas condiciones.
Por último destacar que las piñas, o también conocidas como nueces del ciprés, contienen mucho tanino por lo que se utilizaron mucho para detener todo tipo de flujos y como vasoconstrictor en varices o hemorroides. En distintas aplicaciones también se uso para detener la sangre en las encías y las tos convulsiva.
Mucho más se podría decir de este árbol mítico de elegante porte, dejaré, sin embargo, que sea Gerardo Diego quien cierre esta reseña con su ciprés de Silos (1924)
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
Biliografía
Ginés López. Guía de árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares. Mundi Prensa, 2002.
Pío Font Quer. Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Ediciones Península 1999.
Cupressus sempervirens en wikipedia
El Ciprés y el Árbol de la Vida. La farmacia del Al-Ándalus. Webislam
VVAA. Diccionario de la mitología clásica. Alianza Editorial